Expertos en cumplimiento convocados por ASCOM analizan la evolución de este colectivo, que sigue sin tener su estatuto profesional
¿Cómo pueden las empresas protegerse y evitar las consecuencias legales y reputacionales? La respuesta radica en implementar políticas de compliance digital.
Nuevos riesgos cibernéticos
La profesión de compliance officer ha evolucionado significativamente desde 2015 con la reforma penal y cambios normativos, ampliando su alcance a temas como privacidad, sostenibilidad y medioambiente. Ahora, esta función es más transversal, reportando a consejos de administración sobre múltiples áreas y, en algunas empresas, adoptando estructuras colegiadas con especialistas en diferentes materias.
Entre los principales retos, destaca la ciberseguridad y la inteligencia artificial (IA), donde los compliance officers deben asegurar el uso ético y cumplir con normativas como el Reglamento de IA. El concepto de «compliance digital» está ganando protagonismo, exigiendo un mayor entendimiento de la regulación y la implementación de herramientas tecnológicas para la eficiencia empresarial.
El Libro Blanco del compliance officer, actualizado recientemente, refleja estas nuevas responsabilidades y fue presentado en un evento en Madrid con más de 500 expertos. Personalidades relevantes como Alain Casanovas (KPMG) y magistrados del Supremo contribuyeron a este esfuerzo.
Por otro lado, según Edo Bakker, el crecimiento de delitos como blanqueo de capitales y financiación del terrorismo aumenta la necesidad de programas de cumplimiento. Los compliance officers son clave para gestionar riesgos penales, evitar sanciones y proteger la reputación empresarial, especialmente en grandes organizaciones donde trabajan en comités o estructuras colegiadas con especialistas en diversas áreas.
En conclusión, los nuevos desafíos del compliance están ligados a la digitalización, requiriendo un enfoque multidisciplinar y ético para afrontar riesgos legales y reputacionales en un entorno empresarial cada vez más complejo.